Murió Francisco, el Papa argentino que dejó su marca en la Iglesia católica

 

 

El papa Francisco falleció este lunes a los 88 años, según anunció el cardenal Kevin Farrell,
camarlengo del Vaticano.

«Queridos hermanos y hermanas, con profundo dolor debo anunciar el fallecimiento de nuestro Santo Padre Francisco. A las 7:35 de esta mañana, el Obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre», señaló en un comunicado.

Asimismo, añadió: «Toda su vida estuvo dedicada al servicio del Señor y de Su Iglesia. Nos enseñó a vivir los valores del Evangelio con fidelidad, valentía y amor universal, especialmente en favor de los más pobres y marginados».

«Con inmensa gratitud por su ejemplo de verdadero discípulo del Señor Jesús, encomendamos el alma del Papa Francisco al infinito amor misericordioso del Dios Uno y Trino», culminó.

Tras la muerte del papa Francisco, el Vaticano activó automáticamente el protocolo «Sede Vacante», como parte de un proceso que finaliza con la elección de un nuevo Pontífice.

El primer paso tras el fallecimiento es que el camarlengo, que preside la Cámara Apostólica, confirma su muerte y sella el lugar donde ocurrió.

En este caso, el Vaticano suspende todo tipo de audiencias y comienza a organizar el funeral, que se lleva a cabo entre el cuarto y sexto día posterior al fallecimiento.

En el mientras tanto, el Colegio Cardenalicio asume la administración temporal de la Iglesia católica hasta que todos los cardenales se reúnan en un cónclave.

En esa reunión definen al sucesor del Sumo Pontífice, y la misma se realiza entre los siguientes 15 y 20 días después de la muerte.

Los cardenales menores de 80 años votan en la Capilla Sixtina hasta alcanzar los dos tercios necesarios para definir un nuevo Papa.

La elección de un líder se da a conocer una vez que el famoso humo blanco sale de la chimenea de la Capilla Sixtina.

Una vez que el nuevo Papa acepta el cargo y elige un nombre, se lo proclama ante la Plaza San Pedro.

Luego sale balcón de la Basílica de San Pedro y da su primera bendición Urbi et Orbi (del latín «A la ciudad de Roma y al mundo»), dando así el comienzo de un nuevo ciclo en la Iglesia católica.