Aunque parezca que el aire acondicionado solo tiene un botón de encendido y apagado, lo cierto es que cada uno de sus modos puede marcar la diferencia entre un buen uso y un gasto innecesario de energía. Desde que tengo aire acondicionado en casa, reconozco que durante años lo usé como casi todo el mundo: encender, bajar la temperatura a 21 °C y listo. Pero con el tiempo (y alguna que otra factura de luz dolorosa), decidí aprender un poco más sobre los modos de funcionamiento. Y lo cierto es que no todos enfrían igual ni sirven para lo mismo. Te cuento de forma clara para qué sirve cada modo y cuándo es mejor usarlo, para que no malgastes energía y tu casa esté igual de fresca (o cálida) cuando realmente lo necesites.
Cuando llega el calor del verano, la mayoría de nosotros recurrimos al aire acondicionado para sobrevivir en casa. Dependiendo del AC que tengas en tu hogar, tendremos disponibles unos modos de funcionamiento u otros.
Modo «Cool», el de siempre… pero también el que más gasta
Este es el modo clásico que todos usamos: el modo frío. Es el que activa el compresor para generar aire realmente fresco. Lo puedes usar en verano o cuando la temperatura de la habitación está muy por encima de la que deseas. Eso sí, es el modo que más electricidad consume, porque trabaja a pleno rendimiento. Lo ideal es usarlo con una temperatura razonable (24°C es más que suficiente) y acompañarlo con persianas bajadas o cortinas cerradas para que no entre el sol.
Un aspecto muy importante, es que este modo «cool», si el AC es relativamente moderno, cuando llegue a la temperatura deseada, el consumo será realmente bajo, de unos 0,15kWh aproximadamente, así que no tienes que estar encendiendo y apagando el AC de forma continua, simplemente lo enciendes y te despreocupas. Además, hay dispositivos que nos permitirán controlar el AC desde el móvil, para no tener que usar el mando a distancia, y también para poder activarlo o desactivarlo dependiendo de si estamos o no en casa.
Modo «Dry»: ideal si vives en una zona con mucha humedad
Hay días en los que el calor no es excesivo, pero la sensación de bochorno es agobiante. En esos casos, el modo «Dry» es tu mejor aliado. No busca enfriar, sino reducir la humedad del ambiente.
Funciona activando el compresor de forma intermitente, por lo que consume menos electricidad que el modo Cool. Lo uso bastante cuando hay tormenta o después de varios días de calor seguidos, y la verdad es que mejora mucho el confort sin que se note tanto en la factura.
Modo «Fan»: cuando solo quieres mover el aire
Este modo no enfría ni calienta, simplemente hace funcionar el ventilador del aire acondicionado para mover el aire de la habitación. Yo lo utilizo mucho por la noche, sobre todo cuando no hace tanto calor pero me cuesta dormir sin una brisa suave.
También viene bien para ventilar la casa sin abrir las ventanas, sobre todo si hay polvo fuera o alérgenos. Y, por supuesto, es el que menos energía consume porque el compresor no se activa, solamente el ventilador.
Modo automático: el que decide por ti (y a veces falla)
El modo «Auto» te permite elegir una temperatura y deja que el aparato decida si debe enfriar o calentar. En teoría está pensado para que tú no tengas que preocuparte, pero no siempre acierta.
A veces, por ejemplo, cambia de frío a calor sin que tú quieras, lo que puede ser incómodo. Personalmente prefiero tener el control total y elegir manualmente el modo según lo que necesito.
Modo calefacción o «Heat»: perfecto en invierno
Muchos aires acondicionados también funcionan como bombas de calor, lo que significa que pueden calentar la casa en invierno. En ese caso, el modo «Heat» activa el compresor para generar aire caliente.
Funciona muy bien para espacios pequeños o intermedios, y es más eficiente que muchas estufas eléctricas. Solo recuerda que, al igual que el modo Cool, es de los que más energía consumen.
Modos «ECO» y «Nocturno»: ahorro y silencio
Estos dos modos están pensados para reducir el consumo energético. El modo ECO suele elevar ligeramente la temperatura objetivo y reduce la potencia, ideal para mantener un ambiente agradable sin gastar de más. El modo nocturno, por su parte, regula la temperatura y la velocidad del ventilador automáticamente, bajando la intensidad durante la noche para que puedas dormir sin ruidos molestos.
Yo suelo activarlo justo antes de irme a dormir, y me despierto sin tener la garganta reseca ni pasar frío a mitad de la noche.
¿Cuál es el mejor modo según la situación?
- Mucho calor seco: Usa el modo «Cool».
- Bochorno o humedad: Activa el modo «Dry».
- Solo quieres mover el aire: Elige «Fan».
- Buscas ahorrar sin complicarte: Prueba «ECO» o «Auto».
- Por la noche: Usa «Nocturno» para dormir sin sobresaltos.
- En invierno: Modo “Heat” sin duda.
El modo importa (y mucho)
Ahora ya sabes que no todos los modos de tu aire acondicionado enfrían igual ni sirven para lo mismo. Y que, según el momento del día, la temperatura exterior o lo que estés haciendo en casa, puedes aprovechar mejor cada función. Usar el modo adecuado te ayuda a estar más cómodo, a gastar menos luz y a alargar la vida útil del equipo.
Yo mismo me he dado cuenta de que muchas veces lo dejaba en modo automático por costumbre, sin saber que un simple cambio al modo “Dry” o al “Fan” me podía dar justo lo que necesitaba sin disparar el consumo. Así que ya lo sabes: explora los modos, pruébalos, y saca todo el partido a tu aire acondicionado este verano.
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