Dolarización y «cable»: un operador describe cómo se mueven inversores y ahorristas en la previa a octubre

 

La incertidumbre económica que atraviesa el país en lo que va del mes volvió a acelerar el proceso de dolarización de carteras entre empresarios, inversores y ahorristas. Un operador financiero de Córdoba, que administra fondos de compañías locales y de familias de alto patrimonio, contó en diálogo reservado con este medio que en las últimas semanas “se multiplicaron las consultas para dolarizar posiciones” y que “muchos ya comenzaron a usar el cable para sacar capitales”.

El contexto no sorprende: en apenas un mes el tipo de cambio paralelo saltó de $1.200 a $1.500, el Riesgo País superó los 1.400 puntos básicos y las tasas de interés que pagan las empresas por financiamiento trepan a niveles considerados prohibitivos. La consecuencia inmediata fue una estampida hacia el dólar y, en algunos casos, hacia activos en el exterior.

“Se están adelantando al mercado”. El especialista explica que los inversores con los que trabaja “están proyectando escenarios más complicados” y que, frente a la falta de reservas del Banco Central y a las obligaciones de deuda que se acumulan, la lectura dominante es que se avecina una nueva devaluación.

“El mercado se corre porque no trabaja con datos, sino con proyecciones. Y lo que ven los financieros es que va a haber menos caja para pagar, que a estos niveles de riesgo no se consigue capital fresco y que las tasas en pesos son inviables. Entonces la salida es dolarizar y, en lo posible, sacar parte de esa liquidez afuera”, sintetiza el asesor.

La referencia al “cable” tiene que ver con el mecanismo de contado con liquidación, que permite a empresas y particulares transferir pesos a dólares a través de operaciones financieras con bonos o acciones, y girar esos fondos al exterior. “Hoy es una herramienta muy utilizada, sobre todo por quienes ya no confían en poder proteger su capital dentro del país”, señala.

Caputo

Reservas en caída y un Central acorralado. El movimiento de los privados se da en paralelo a las tensiones que enfrenta el Banco Central. En las últimas tres jornadas, la autoridad monetaria vendió cerca de US$ 1.100 millones para frenar la escalada cambiaria, en un esfuerzo que, según los operadores, difícilmente pueda sostenerse por mucho tiempo.

“El Gobierno está atrapado. No logra acumular reservas y encima enfrenta vencimientos muy fuertes en los próximos meses: unos US$ 3.000 millones este año y otros US$ 4.000 millones en enero. Con este nivel de riesgo país es muy difícil refinanciar, y entonces se terminan usando dólares que no son propios”, analiza el especialista.

El dilema es conocido: mientras se intenta ganar tiempo con medidas de corto plazo, el drenaje de reservas complica la capacidad de maniobra del Central. Al mismo tiempo, la inflación se recalienta y las empresas se ven obligadas a remarcar precios para no quedar atrasadas.

En el mercado se extiende la idea de que la estrategia del Ministerio de Economía pasa por permitir que el tipo de cambio se deslice dentro de la parte alta de la banda, de manera de licuar pasivos en pesos y aliviar la carga de las empresas.

“Yo me imagino que para adelante el dólar va a quedar arriba. Eso permite respirar a las empresas porque licúan deudas e impuestos fijos, y después pueden ajustar precios sobre stock. Es un modo de ganar tiempo”, sostiene un analista local.

Sin embargo, advierte que ese alivio es solo parcial: “Las empresas que no estaban cubiertas con dólares hoy directamente no cierran sus números. El financiamiento en pesos se volvió inviable. Tenés negocios que rinden 3% o 5% y no pueden pagar tasas arriba del 90%. Eso es quiebra segura”.

El paso de lo soberano a lo privado. Frente a este panorama, el operador asegura que su recomendación en los últimos días fue salir de bonos soberanos y, en todo caso, evaluar riesgo privado. “Por más que las tasas estén altas, hay algunas compañías con balances sólidos donde todavía se puede trabajar. Pero con el soberano, con este nivel de incertidumbre, lo que vemos es que cada vez hay menos margen”, indica.

El problema, agrega, es que incluso esa alternativa es limitada: “Cuando el riesgo país está en 1.400 puntos, todo lo privado también se encarece. Y si encima tenés volatilidad cambiaria, la decisión racional de muchos es no quedarse en pesos”.

Una economía sin anclas. La conclusión es clara: en Córdoba, como en el resto del país, los inversores están actuando con un fuerte sesgo defensivo. Se cubren en dólares, sacan fondos al exterior y evitan el financiamiento local. “No tenemos amor en el mercado financiero —dice el asesor con ironía—. Lo que miramos son flujos y números. Y hoy los números no cierran en pesos”.

Mientras tanto, en el frente oficial, la falta de un programa consistente y la presión de los vencimientos externos amenazan con profundizar la crisis. El Central, con reservas debilitadas, enfrenta el desafío de contener el dólar y a la vez garantizar importaciones. La combinación de factores parece difícil de sostener en el tiempo.

En ese clima, la sensación dominante entre empresarios cordobeses es de espera y cautela, pero con los portafolios cada vez más dolarizados y con un ojo puesto en el exterior. Como resume el especialista:

“El Gobierno está intentando sacar la cabeza del agua, pero la economía real no da respiro. Por eso, lo único que hacemos es ganar tiempo, dolarizarse y buscar refugio hasta que pase la tormenta”.

Crédito foto home: AFP.