El economista Diego Dequino trazó un diagnóstico crudo sobre la coyuntura económica argentina durante su paso por el programa radial Punto y Aparte que conduce Eduardo Bocco y Orestes Lucero. Según su análisis, la volatilidad actual no es un accidente, sino el resultado de una estructura económica desequilibrada y decisiones oficiales que priorizan el corto plazo por encima de cualquier estrategia sostenible.
Dequino definió la agitación cambiaria de las últimas semanas como un comportamiento “esperable” dentro de un sistema volátil: “Cuando los mercados son inestables, se gana mucho dinero y se pierde mucho dinero; por eso aparecen escenas de pánico”. En ese marco, la estabilización no depende de un anuncio o medida puntual, sino de un tiempo de calma que hoy no existe.
A esa dinámica se suma un goteo permanente de rumores y versiones desde Estados Unidos sobre decisiones futuras, sin que aún se traduzcan en hechos concretos. Para Dequino, ese “ruido” garantiza que la volatilidad continuará.
El swap con Estados Unidos: señal simbólica, efectos acotados
Uno de los temas centrales del análisis fue el acuerdo de swap con Estados Unidos. El economista aclaró que no se trata de un crédito tradicional, sino de un mecanismo de compensación entre bancos centrales, similar al vigente con China.
Lo definió con ironía: “Es como la nota de crédito del almacenero”. Permite pagar con pesos lo que debería cancelarse en dólares, pero no implica ingreso efectivo de divisas. Tampoco es deuda nueva, aunque sí una herramienta transitoria basada en la confianza mutua.
El valor del anuncio radica en lo político y simbólico, no en su capacidad de modificar la economía real. Sin reformas internas, advierte, el impacto será prácticamente nulo.
Distorsiones sin corregir y oportunidades perdidas
Para que el país recupere capacidad de crecimiento, Dequino sostiene que hace falta encarar las distorsiones en precios relativos —tipo de cambio, salarios y retenciones— y corregir decisiones que debilitaron la economía. Entre los errores más graves menciona dos:
-
No acumular reservas cuando existía margen para sumar entre 8.000 y 9.000 millones de dólares.
-
Eliminar de forma abrupta la ventanilla de liquidez para los bancos, lo que cortó el crédito al sector privado y empujó al Tesoro a mayor endeudamiento de corto plazo.
El economista describe una estrategia oficial permanente: “traer dólares del futuro al presente para anabolizar la oferta”. Esa lógica se reflejó en el blanqueo, el repo, adelantos de organismos internacionales, bonos en pesos suscriptos en dólares y suspensión temporal de retenciones. Para Dequino, es una política de supervivencia diaria, no de desarrollo.
Retenciones: el cuello de botella que frena al campo
La política sobre retenciones es, para el analista, uno de los factores más críticos. La eliminación temporaria y la posterior reimplantación generaron incertidumbre y frenaron las exportaciones.
Dequino cuestiona además el reclamo de algunos sectores agrícolas estadounidenses frente al apoyo político de Washington a la Argentina: “Es absurdo. El problema de los farmers no es Argentina, son las tarifas que China les impuso por la guerra comercial de Trump”.
Su postura es tajante: sin eliminar retenciones, liberar el cepo y establecer reglas claras para el sector agropecuario, “Argentina no tiene chance de crecimiento robusto”.
Como contracara, destacó que las industrias extractivas —como el petróleo y la minería— despegaron cuando se les quitaron impuestos distorsivos y trabas fiscales. “Ese debería ser el ejemplo para el resto de la economía”, sostuvo.
FMI, reservas y señales de apoyo real
Dequino apuntó que el Fondo Monetario Internacional recomienda dos objetivos prioritarios: acumular reservas y preservar el ancla fiscal. Curiosamente, no menciona el tipo de cambio como variable de control.
Según el economista, una medida más efectiva que el swap sería que Estados Unidos compre bonos argentinos en los mercados secundarios, sin implicar deuda nueva. Eso reduciría drásticamente el riesgo país y, combinado con el swap, conformaría “un combo ideal”.
Sin hoja de ruta ni horizonte
La conclusión de Dequino es contundente: la economía argentina se ha transformado en una administración del “día a día”, donde se descartaron los horizontes de mediano y largo plazo.
“El país tuvo la oportunidad a principios de año de estirar los plazos, pero al no acumular reservas e interrumpir el crédito, terminó acortando aún más el margen para todos los actores económicos”, señaló.
Mientras no se corrijan las distorsiones y se abandone la lógica de emergencia permanente, la volatilidad seguirá siendo la norma y no la excepción.