Elisa Carricajo: “El miedo es un lugar privilegiado para someternos”

Carricajo en "Un crimen común"

Carricajo en “Un crimen común”

Elisa Carricajo, que viene de ganar el premio a Mejor Actriz en el Bafici, protagoniza “Un crimen común”, filme que se estrena este jueves y que tiene al miedo como principal motor en una docente que presencia una tragedia, de la cual se siente cómplice y en la que el temor no la dejó actuar.

“El miedo es un lugar privilegiado para someternos, para hacernos actuar hasta en contra de lo creemos que habría que hacer. El miedo nos vuelve egoístas, nos hace pensar solo en nuestras necesidades. Y esa herramienta es bien conocida y manipulada desde los sectores de poder, y eso es cada vez más profundo y difícil de desentrañar”, dijo la intérprete que en la Competencia Internacional de Bafici ganó por su papel en “Bahía Blanca”.

En filme de Francisco Márquez, Cecilia (Carricajo) se encuentra una noche sola con su hijo en su casa. Se despierta en medio de una fuerte tormenta y con ruidos sobre la puerta. Allí está Kevin, el hijo de la mujer que limpia su casa y a quien apenas conoce.

Gritos, pasos y golpes escucha Cecilia desde el comedor, donde se esconde para que no la vea y tras lo cual Kevin desaparece. Al otro día, se entera que oficiales de Gendarmería lo habían detenido y tirado a un río, donde horas después aparece el cuerpo ante la furia de los vecinos del barrio, que sienten tanto temor ante la delincuencia como por las fuerzas de seguridad.

“Lo primero que pensé cuando leí el guion es que gran parte de mi trabajo iba a ser humanizar a Cecilia, no convertirla en un personaje fácilmente juzgable, porque si eso era así, nos sacábamos con facilidad el problema. Había que volverla alguien cercano, al menos para mí. Lo hablé con Fran la primera vez que nos juntamos y estuvimos de acuerdo”, comentó la artista que integra el grupo teatral Piel de Lava.

Télam: ¿Hasta qué punto, creés, el miedo nos justifica en muchos actos que, siendo objetivos, pueden ser reprochables?

Elisa Carricajo: Esa creo que es una de las pregunta centrales que abre la película, y por suerte no se responde en una sola dirección. Creo que el entramado emocional/individual/social en el cual lo político y lo ideológico se insertan en cada persona es extremadamente complejo y está lleno de recovecos. Estamos cada vez más a merced de nuestras emociones en el peor de los sentidos. ¿Cómo pensar comunitariamente, crear redes, ser empáticos mientras todo el tiempo nos dicen que el otro es un peligro? No creo que se trate de “justificar” desde el miedo. Se trata de entender cómo podemos quebrar por momentos ciertas inercias. Qué poderes tenemos de nuestro lado para operar contra el monstruo del miedo.

“Un crimen común”

T: La película también expresa una visión prejuiciosa que impera en la sociedad. ¿Cómo creés que un personaje como el tuyo, que representa a una elite pensante, puede colaborar para romper con eso?

EC: “Los pibes no son peligrosos, están en peligro”. Tal vez esa frase resume gran parte de la respuesta. Creo que asumir los privilegios es entender que hay una fragilidad que un otro tiene. Eso genera culpa, angustia, desconcierto, parálisis a veces. La película trabaja mucho sobre ese estado, de no saber qué hacer con esa información, la de tener un privilegio en una sociedad injusta y desigual. Pero lo importante es accionar en todo caso. Ponerse a disposición. Y me lo digo a mí misma también. Yo no siento que la película hable desde una posición de superioridad moral. Al contrario. Creo que es también un lugar de pregunta para quienes la hicimos.

T: ¿Creés que como sociedad estamos tomando consciencia de lo negativo que es estigmatizar al otro por sus rasgos?

EC: No lo sé. Por un lado siento que hay un trabajo muy fuerte, de muchas organizaciones en torno a temas como el racismo que intentan poner en agenda como organizamos la percepción del otro, desde que miradas, etcétera. Por otro lado, la estigmatización de la que habla la película no ha hecho más que crecer y profundizarse desde que filmamos. Y el número de muertes por gatillo fácil sigue siendo aterrador. No puedo ser optimista.

T: Volviendo a tu personaje, Cecilia comienza a ver que lo que le pasó a Kevin le puede pasar a su hijo ¿Es en ese momento en el que las diferencias de clases quedan un poco opacadas por el poder del Estado, que es el que tiene el monopolio de la fuerza?

EC: Un sector de la clase media conoce muy bien esa suspensión de las garantías por parte del Estado. Cecilia probablemente (como yo) haya nacido durante la última dictadura. Esa violencia del Estado es parte de nuestra infancia. Pero es cierto que equiparar una situación a la otra sería negar los privilegios. El hijo de Cecilia, por un entramado complejo de condiciones de clase y de racismos, tiene muchas menos posibilidades de morir en manos de la policía. Creo que la película se pregunta por esa franja social y etaria donde ciertas garantías democráticas siguen estando suspendidas. Y quienes deben protegerlos los matan. ¿Cómo es que naturalizamos eso? Es una pregunta dolorosa, pero necesaria para entender como ese entramado de miedo aun nos corre por las venas.