Es argentino, comenzó a programar a los 10 años, trabajó en Tesla y analiza el futuro de la IA

 

Nacido en Buenos Aires, Sebastián Cao descubrió su pasión por la tecnología desde muy pequeño. Su padre trabajaba con grandes máquinas informáticas, y él comenzó a programar a los 10 años, influenciado por libros sobre tecnología.

Sebastián estudió informática en la Universidad Argentina de la Empresa (UADE) y, a los 25 años, fundó su primera empresa, que fue adquirida por otra compañía que eventualmente terminó en manos de IBM. Esta experiencia lo llevó a convertirse en un referente en el ámbito tecnológico. “Soy un técnico que sabe hablar y explicar las cosas de forma entendible; así me define la gente que trabaja conmigo”, dice con humildad.

Su trayectoria lo llevó a dictar clases en universidades, pero los viajes internacionales vinculados a su empresa expandieron su visión del mundo. En 2012, dejó Argentina para vivir cinco años en Colombia y luego tres años en México.

El giro hacia Silicon Valley

En medio de lo que describe como una “crisis de mediana edad”, Sebastián decidió reinventarse. Renunció a su trabajo, aplicó a una maestría en Stanford y se especializó en sustentabilidad e inteligencia artificial, mucho antes del auge de herramientas como ChatGPT.

Poco después de terminar sus estudios, recibió un inesperado llamado de Tesla. “Tuve siete entrevistas, y nunca me dijeron para qué era el trabajo”, cuenta. Sin experiencia previa en la industria automotriz, aceptó el desafío de resolver problemas en un entorno lleno de incertidumbre.

“Tesla es una empresa muy tecnológica, pero gran parte de sus empleados fuera del área IT y sus clientes no comprenden ni consumen esa tecnología. Me dediqué a hablar con los ingenieros en software para entender qué hacían, una mezcla de tecnología y neurociencia”, explica.

Sin embargo, Sebastián destaca que, incluso en Tesla, el principal desafío no era técnico, sino humano: “La resistencia al cambio es el problema más común en cualquier empresa”.

Dos años en Tesla que parecieron 10

Aunque trabajó poco más de dos años en Tesla, asegura que la intensidad del ambiente lo hizo sentir como una década en cualquier otra empresa. “Con el tiempo, empecé a notar que la empresa ya no me representaba, ni tampoco lo que Elon Musk quería hacer con el tiempo que yo le dedicaba”, reflexiona.

Según Sebastián, Tesla comenzó a volverse más política y financiera, alejándose del enfoque en las personas. “Si querés hacer carrera en Tesla, tenés que vivir para Elon. Él es un genio que probablemente tres generaciones de humanos normales no igualen, pero su intensidad y visión del mundo son únicas”.

Para Sebastián, es crucial mantener el foco en las personas, tanto internas como externas: “Si lográs productividad con la IA, los recursos deben usarse para brindar un servicio más humano a los clientes”.

La inteligencia artificial y su impacto en el futuro

Hoy, Sebastián trabaja como experto en inteligencia artificial aplicada, un área que describe como revolucionaria, pero aún en proceso de maduración. “La IA tuvo un fuerte impacto en la productividad de las personas, pero todavía no vimos su impacto real. Hoy tiene más publicidad que antes, pero muchas empresas aún no encuentran cómo aplicarla de manera efectiva”.

Sebastián advierte sobre los riesgos de implementar IA sin una estrategia clara: “Esto genera frustración porque las compañías invierten dinero en proyectos que no terminan de funcionar y luego frenan todo. La IA es un proceso evolutivo que necesita tiempo para aplicarse correctamente”.

A pesar de estos desafíos, ve un futuro prometedor: “Con la IA, cada vez serán más reales las ideas abstractas. Estas herramientas permitirán a las personas concentrarse más en planificar esas ideas, mientras la tecnología las materializa. La IA potenciará al ser humano para tomar decisiones más rápido y amplificar su creatividad”.