Más bronca que votos: 1 de cada 2 argentinos quiere castigar al Gobierno en las urnas

En coincidencia con el Día del Amigo, la consultora Zuban Córdoba difundió su estudio de opinión pública y la pregunta de apertura fue tan directa como incómoda: ¿Cómo te llevás con la política (y con los políticos)? Lo que sigue es una radiografía social marcada por el desencanto, los vínculos rotos y una grieta que se renueva por dentro, entre los extremos del mileismo y el kirchnerismo.

El Gobierno nacional liderado por Javier Milei enfrenta una mayoría crítica. El 56,8% de los encuestados desaprueba su gestión, mientras que solo un 42,8% la aprueba. Esta tendencia se mantiene constante en el tiempo, con ligeras fluctuaciones, pero sin repuntar significativamente desde que asumió el mando. A pesar de ello, Milei conserva un núcleo duro que lo apoya: el 28,1% se identifica como “mileista”, aunque un contundente 53,6% se declara “anti-mileista”.

¿Sigue siendo el cambio?

Ante la pregunta directa sobre el propio Milei, el 55,4% de los argentinos considera que representa un riesgo para la sociedad, mientras que solo un 37,8% sostiene que “sigue siendo el cambio”. Este dato pone en duda la sostenibilidad narrativa del oficialismo a casi un año de gobierno.

Motivaciones del voto: castigo antes que premio

Cuando se consulta por el sentido del voto de cara a las elecciones legislativas de octubre, el 52,8% dice que su principal motivación será castigar al Gobierno, mientras que un 38,3% afirma que busca premiarlo. La bronca predomina como motor electoral.

Entre quienes votarán “para castigar”, los principales motivos son:

  • La destrucción del Estado y de las políticas públicas (25,5%)

  • La percepción de un Gobierno cruel (25,4%)

  • La falta de mejoras en la economía personal (15,4%)

Del otro lado, quienes votarían para “premiar”, destacan:

  • El control de la inflación (25,1%)

  • La honestidad y transparencia (23,6%)

  • El enfrentamiento con la “casta política” (17,9%)

Las identidades políticas se reconfiguran

El informe revela un mapa identitario fragmentado. El 45,2% se declara anti-kirchnerista, un 34,3% kirchnerista y un 20,5% no se identifica con ninguno. En paralelo, el 39,7% se asume anti-peronista, contra un 38,7% que se considera peronista.

Esta evolución marca el declive del binarismo tradicional kirchnerismo-antikirchnerismo, en favor de un nuevo clivaje: mileismo vs. antimileismo. La consolidación de esta nueva grieta parece más emocional que ideológica, según los analistas del informe.

Imagen de dirigentes

La imagen de Javier Milei es negativa para el 55,3% de los encuestados, positiva para el 38,6%. Su vice, Victoria Villarruel, también enfrenta una mayoría de imagen negativa: 57,5%, contra un 41,9% de imagen positiva.

En el bonus track del informe, aparece un contraste interesante: el 83,1% de los argentinos tiene una imagen positiva de Ángel Di María, lo cual resalta aún más la distancia entre la política y los afectos sociales.

Representación y desafección política

Aunque un 68,1% dice que cree que su voto tiene impacto en las decisiones políticas del país, un 21,6% admite que ha considerado no votar en las próximas elecciones. Esto revela una tensión creciente entre participación y desilusión democrática.

Desde Zuban Córdoba señalan que los números “no definen el rumbo por sí solos, pero marcan dónde se están rompiendo —o fortaleciendo— las relaciones entre la política y la sociedad”. El estudio advierte que, más allá de trolls y campañas en redes, la política debería enfocarse en reconstruir vínculos reales con la ciudadanía.

En este clima de época, los datos no solo informan: también interpelan. ¿Puede haber representación política cuando la emoción dominante es el rechazo?